En los dos post anteriores que podéis ver aquí (1) y aquí (2), hacíamos gala de que existía un componente psicológico en el síndrome compartimental en motociclismo. ¿A qué se debe ese fenómeno?
Si esas sensaciones de hinchazón, quemazón y pérdida de sensibilidad y fuerza de tus antebrazos no ocurren durante los entrenamientos y sí en las competiciones, decimos que la patología pierde componente físico porque no se reproduce igual en condiciones de estrés. Es cierto que una mala forma física o un entrenamiento mal planificado o nulo, nos incrementa las probabilidad de sufrirlo, pero incluso en atletas con un alto nivel de rendimiento, el "arm-pump" puede ocurrir.
Para muchos pilotos, una competición supone un nivel de estrés difícil de imaginar. No únicamente sienten su pulso elevado en el momento de la carrera, sino días antes, mientras se va acercando la cita competitiva y su nerviosismo va aumentando. Cuando se baja la valla, el extra de su impulso de adrenalina hace que apriete el manillar más fuerte, intente entrar más rápido en la curva, que tenga que frenar más fuerte y agarrarse más fuerte por consiguiente, causando un esfuerzo añadido al control de la moto sobre las empuñaduras.
Irremediablemente, esto supera la capacidad de tolerar esfuerzo de la musculatura del antebrazo, ya que no permite ciclos de contracción-relajación, manteniendo una contracción permanente. Al poco tiempo, dos o tres vueltas, su pilotaje se vuelve ineficiente, aumentan los errores... Ha superado el umbral de lo que sus antebrazos podían hacer. Y entonces surge en la mente de ese piloto (mezclado entre las reacciones y la toma de decisiones del resto de movimientos de su cuerpo), la gran advertencia: "¡Me está ocurriendo otra vez lo de los antebrazos!" Que se suma al resto de pensamientos negativos que ya teníamos acumulados.
¿Dónde empezó realmente esto? Es muy probable que días atrás, cuando cada vez que pensábamos en la carrera nos cargábamos de adrenalina. También la noche antes, cuando costó conciliar el sueño sin tener ninguna estrategia clara y poniéndonos nerviosos. Cada vez que pensábamos en hacerlo bien para los patrocinadores, para los aficionados, pensando en la opinión de la familia, del resto del mundo, de ir rápido, de no romper la moto, de no fallar, perder puntos, etc. Incluso antes del pre-parque, cuando mirábamos insistentemente el reloj sin saber si nos habíamos distribuido bien el tiempo, si deberíamos calentar más, ¿beber? ¿revisar otra vez la moto?
Existen muchas técnicas de trabajo mental que reducen la presión a la que se ve sometido un deportista antes de una prueba importante y que deben llevarse a cabo para evitar ese incremento de estrés, que nos ocupa la mente estorbando nuestro pilotaje normal, además de otras estrategias durante las carreras y justo antes de ellas, que incluirían técnicas de relajación, de visualización, rutinas programadas, etc. Y otras más físicas y sencillas como reducir en algunos tramos la presión con las manos, recurriendo a las piernas, etc.
Es cuestión de probar, trabajar, y volver a probar, pero trabajando también tu mente.
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